La realidad y el sentimiento


Cierta vez Watchman Nee utilizó la siguiente ilustración para mostrarnos cómo la realidad se distingue del sentimiento en la vida cristiana. Imagínese a un hombre que perdió un reloj que tanto aprecia y por ello se queda muy enojado. Al hallar un día el reloj, nuestro amigo da saltos de alegría y se felicita con sus amigos:
- ¡Encontré mi reloj tan preciado!

Pero, pasado un tiempo aquella felicidad inicial se va y con el pasar de algunos meses más, pueda que no haya más señal de ella. No se trata si el reloj es o no suyo, sino que simplemente el sentir inicial de felicidad se fue.

Este ejemplo se aplica a la vida espiritual. Cuando somos salvos, nos sentimos muy alegres. Nos alegramos y Dios se alegra con nosotros. Inclusive los ángeles se alegran en los cielos. Sin embargo, poco a poco, este sentimiento se va. No es que Dios haya cambiado, o que nuestra salvación haya dejado de ser un hecho real. Lo que pasa es que nuestro sentimiento cambió. No vivamos nuestra vida espiritual basados en un sentimiento aparente. Nuestros sentimientos son pasajeros y pequeños, pero la salvación que tenemos en Cristo es una gran salvación (Hebreos 2:3). Miremos la realidad de la cruz y el amor eterno de Dios y digamos:
- Todo es nuestro, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sean las cosas presentes, sean las futuras, todo es nuestro, y nosotros de Cristo y Cristo de Dios-.

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